Buscar este blog

jueves, 26 de septiembre de 2013

Abriendo los ojos...

Hoy lo recuerdo muy bien, con mucho agrado y alegría.
Sin embargo por aquel entonces yo era un adolescente bastante insensato, interesado en unas cuantas banalidades minúsculas, no lograba comprender muchas cosas y desconocía el valor de muchas otras. Aunque hoy sigo sin conocer el valor de varias situaciones, me alegra haber entendido el guiño que hace 12 años me regaló la VIDA. 
Cursaba el 4º año de la secundaria, el colegio era un poco alejado de casa, y yo —creo que lo disfruté— solía llegar tarde, la mayoría del año escolar. Pero ésto no se trata de mi batalla contra la puntualidad, sino de lo que aprendí de una persona maravillosa.
De un modo u otro hoy me siento agradecido de haber llegado tarde en tantas ocasiones, porque eso me permitía encontrarme a Esther, yo, y casi todos le llamabamos "Esthercita". Esthercita era una mujer un poco mayor, de estatura baja, algo delgada, tenía una mirada tierna, una sonrisa encantadora, una voz dulce y arrulladora, y una actitud supremamente noble.
Había algo particular en Esther: ella no podía ver con sus ojos, al menos no con los de su rostro, jamás pregunté la causa, y creo que eso no es importante, Ahora lo explicaré. Ella ayudaba a los estudiantes con dificultades personales, escuchándoles, reconfortándoles y aconsejándoles, siempre con una humildad abrumadora.
Cuando yo llegaba tarde, aprovechaba mi encuentro con Esther para ayudarla a entrar, y de paso evitar regaños —eso talvez fue un poco mezquino de mi parte—. Sin embargo, y daré gracias de nuevo, pienso que ella se las apañaba para encontrarme a mí. Y me saludaba con un calor y ternura que solo conocía en las personas más allegadas a mí, me trataba como si fuera su nieto, tomaba mi mano, la acariciaba y sonreía con dulzura cuando notaba que yo estaba feliz, o decía algo bello si notaba que estaba intranquilo. Siempre que nos encontrábamos Esthercita decía:
«Hola, buenos días corazón, ¿como estás?, ¿Ya viste que bonito sol hace hoy?, está grande y hermoso, tendremos un día agradable y muy feliz»
Muchas veces yo me preguntaba como ella podía decir eso, si no "veía" el sol, ni su apariencia, ni su color, además a mi solía parecerme siempre una "bola grande y amarilla sin novedad", a pesar de todo, Esther me hacía sentir tranquilo y feliz, y sus palabras siempre las recibí de una forma u otra.
Y es que he venido a entenderlo hace algunos soles: Ella tenía mejor visión que muchas personas, los ojos de su rostro no veían, pero a cambio los ojos de su alma estaban llenos de luz, ella era la positividad a «ojo cerrado», ella de algún modo ha ayudado para que yo vaya abriendo mis ojos, la humildad, nobleza, luz, y AMOR de Esther permanecen todavía en mi memoria, ella porta la voz de las gotas.
Gracias Esthercita

Nota: Esta entrada está dedicada a Esthercita, deseo que estés bien, sea iluminando a otros insensatos, o un poco más allá llenándote de más luz...


juanjah9@gmail.com

lunes, 16 de septiembre de 2013

Un trago de cielo

Era de noche, hace tan solo un par de semanas, trataba de dividirme en tres, escribía, «buscaba» ideas y leía un poco, de todo eso quería conseguir otras entradas para añadir a las que se avecinan —siempre que se me permita—...
Y como suele suceder, las sorpresas y los buenos regates, siempre dejan una sonrisa y un delicioso sabor en el alma.
Me recliné hacia atrás para descansar los ojos y el cuerpo, y alargué mi mano para tomar algo de agua, y la pequeña Camila, curiosa y lista —por decir poco—, al ver mi movimiento, me detuvo preguntando: 

—«¿Oye Juan, qué haces?»

Asumiendo la obviedad muy serenamente, respondí tranquilo que tomaría un poco de agua, y ella continuó:

—«Ahhh... ¿Tomarás un poco de cielo?»

La miré con extrañeza, y le dije que sí, que eso iba a hacer, tras cruzar un par de palabras más, ella sonrió con una dulzura que la engalana muy seguido, y se fue a jugar.
En seguida sonreí también, y mientras rascaba mi cabeza, entendí. Ella va muy por delante en tantos asuntos, con solo un par de palabras me hizo ver que todos los días, bebo el cielo en porciones módicas, y no solo el cielo, también el suelo. De parte y parte, brota esa preciosa agua, bebo agua, bebo gotas, bebo cielo y bebo suelo, bebo pues la creación y cuando llegan sorpresas como «la pequeñina», bebo voces sabias y dulces... De eso y otras cosillas más se alimenta "La Voz de las Gotas"...
Disfruten todos esas voces, esas gotas, esos tragos de cielo y suelo...

Nota: Presiento que no es la última entrada en la que ésta dulce niña o algún otro infante, dará su impagable aporte... deseo que sea un hecho de agrado general...

juanjah9@gmail.com

jueves, 12 de septiembre de 2013

Idea 001

...


- Busque a Dios

- ¿Y yo por qué?

Si ni siquiera fui yo quien lo perdió


...








Hasta la próxima

Como se perdió la "razón" III

Los viajeros llevaban algunas noches acampando, amansando el corazón, refrescando la mente, y limpiando de una manera u otra el alma. Fue en la tercera o cuarta noche en la que Sanuaj se separó un poco del grupo, guíado por un impulso que no supo reconocer bien. Y así, con los pies y el espíritu desnudos se dirigió hacia un sitio donde pudiera estar «solo», notó que habían muchos, muchísimos cangrejos sobre la arena, titubeó por un instante, quiso regresar, para evitar un encuentro con las tenazas de los vigías de las arenas, pero notó también, que no le dañarían si se desprendía de sus prejuicios, sentía como pasaban por sobre sus pies sin hacerle más que caricias, eso le dejó absorto.
Luego de haber caminado sobre la playa durante unos 15 minutos, volvió su vista, no había nadie más por allí, estaba «solo» como él deseaba, andó unos cuantos metros, y recordó aquella frase que inundaba su pensamiento desde que emprendió aquel viaje:
«Pide sólo RESPUESTAS».
No podía entender que aquel querido guía transmitiera algo así, parecía poco, parecía muy absoluto y muy ramplón —pero ya entendería—. Y guíado por un impulso, se volteó en dirección a La Mar y al cielo, y con cierto tono de reclamo, dijo en voz alta:

«—¿Por qué sólo pedir respuestas?
»—parezco estúpido —pensó—, ¿a quien le hablo?

Hubo un silencio inquietante, prolongado —demasiado para ese momento—, luego agachó su cabeza y dio un paso, escuchó una voz fuerte —que no intimidante— entonces :

« —¿Que más podrías pedir?

Sanuaj guardó silencio y sacudió su cabeza, luego buscó la fuente de la voz, pero no había nadie, aún así sonaba fuerte, como amplificada, y una vez más escuchó:

« —¿Que más podrías pedir?

Al escuchar de nuevo la voz, se sintió más tranquilo, sin miedo ni prevención alguna, y decidió entablar conversación:

«—Amor, salud, dinero, tranquilidad, felicidad, vida... eso 

«—Déjame empezar por el dinero, lo menos importante. No me corresponde brindarte algo que tú y los tuyos —los humanos— han inventado, eso es asunto de ustedes...
»—Salud... La salud más importante, es la salud de tu mente y espíritu, y esa es una labor más tuya que mía, lo demás viene por añadidura...
»—Tranquilidad... Bueno, creo que ya entendiste eso con lo de la salud...
»—Vida... eres eterno, así los «hice» a todos, tienes VIDA eternamente...
»—Felicidad... espera, en seguida lo entenderás...
»—Amor... verás, «YO» soy AMOR, estoy dentro de tí y fuera de tí por doquier, no me pidas lo que ya te sobra, y si entiendes que dentro de tí está el AMOR, pronto tendrás lo que llamas "felicidad"...»

«—Y respuestas, ¿por qué sí?

«—No te faltarán dudas, y eso es bueno para tí, vas querer y necesitar respuestas, por eso, sólo pide respuestas, es lo más útil para tí y los tuyos, siempre voy a dártelas...
»—Pero atento, que no serán tan evidentes como ahora, ésta es una señal para tí, las próximas veces —que no serán pocas— esfuérzate un poco más, verás cuan divertido es...
»—¿Algo más?...»

«—No, o en realidad sí, muchas gracias, aunque no entiendo mucho de lo que dijiste, pero me siento agradecido, muchas gracias...»

«—No es nada, seguiré «aquí», ahora puedes estar más tranquilo, hasta luego...»

«—Hasta luego...»


Sanuaj sintió —y entendió— que había terminado esa conversación, y sintió como su corazón se hinchó, igual que su alma y su mente, estaba realmente tranquilo, miró por unos instantes más a La Mar y las estrellas, y regresó al campamento en silencio, sin comentar nada acerca de lo sucedido, sintió que el momento de hacerlo llegaría luego, y sucedió, pero esa es otra historia.
Y así Sanuaj, empezó a perder la "razón", como él lo entiende, a todos algún día nos sucede o nos sucederá.

Nota: Esta pequeña serie de entradas, es un guiño a querida Nata, que pidió algo de "locura" aquí...

Dudas, insultos, comentarios, sugerencias... bien recibidos en...

juanjah9@gmail.com

Hasta la próxima...

Parte I

Parte II 









miércoles, 11 de septiembre de 2013

Como se perdió la "razón" II

Las sorpresas hasta ahora comenzaban...
Los jóvenes viajeros después de haberse instalado por una noche en los aposentos de personas allegadas, y de haber desarrollado una cálida conversación, continuaron su recorrido a la mañana siguiente. Luego de algunas anécdotas divertidas, como olvidar parte de los víveres y verse retrasados por dificultades del vehículo que los transportaba, alcanzaron el umbral del sitio que anhelaban. Surgieron algunas rencillas que se olvidaron al penetrar la espesura de la jungla, y al comprender que se necesitaban fuertes y unidos, para recorrer un camino no tan fácil. 
El mismo estaba rodeado de verdor imponente, los trinos de numerosas aves y el aullar de los monos del lugar, exigía pues mentes serenas y fuertes voluntades, como las que ostentan los asnos y mulas que lo recorren sin cesar, era un buen desafío, valía la pena llevarlo a cabo.
Se llenaron de paciencia y mucha ilusión, y recorrieron juiciosamente cada metro sin prisa, un sonido se iba haciendo cada vez más notorio a la vez que andaban, y ese sonido era el anuncio de una pequeña-gran recompensa. Habiendo concluído el camino, se encontraron con la bienvenida al "Paraíso" y un poco más allá, abundante en azul, verde y turquesa, tronaba imponente La Mar, Ella se presentaba como la ama y señora de aquel lugar, sacudía y al mismo tiempo acariciaba las arenas de la playa. Ya habían llegado los viajeros al sitio anhelado. Cada uno, a su manera, se rindió a la belleza y tranquilidad de ese inolvidable paisaje.
Luego de una inevitable parada para avistar a su majestad La Mar y su honorable corte, concertaron con una especie de mercader —que gracias a los años era ya un lugareño más—, su estadía. Los muchachos hicieron sus campamentos, y alcanzados ya por el anochecer tomaron una cena y se rindieron al sueño.
Son varias las experiencias sucedidas durante la estancia en aquel hermoso sitio, sin embargo pasadas un par de noches, Sanuaj vivenció una muy especial, una bastante increible, una que causó que fuera perdiendo la "razón"...

Continuará...

Parte I 

Parte III 

martes, 10 de septiembre de 2013

Como se perdió la "razón" I

Sucedió de manera impensada...
El joven Sanuaj solo quiso una pequeña aventura, no deseaba mucho en realidad, solo un viaje corto, quería, sobre todo, apaciguar sus pensamientos y estar tranquilo.
Sin embargo, y sin saberlo —o entenderlo—, él ya estaba destinado a una aventura al menos curiosa. Cada circunstancia de aquel periplo parecía caótica, desordenada, apresurada y no había sido planeada, incluso los compañeros de viaje se incorporaron sin haberlo imaginado. Aún así, ya todo estaba en marcha, y el viaje se inició, las preocupaciones se iban desvaneciendo de la mente de Sanuaj, conforme avanzaba hacia ese paraje del que había quedado prendado unos años antes.
El mancebo llevaba consigo los buenos deseos de su familia, la alegría de sus compañeros de viaje, y una frase transmitida por alguien muy querido:
 «Pide sólo RESPUESTAS».
Su temperamento parecía mejorar, sus conflictos interiores se iban resolviendo, y estaba cada vez más tranquilo —aún sin haber llegado al lugar que habían decidido—.
Algunas situaciones durante el camino fueron al menos curiosas, teñidas de lo que usualmente llaman casualidad. La primera sucedió al recorrer un trayecto de forma no permitida en aquellas tierras, con el riesgo de ser detenidos por ello o de caer del vehículo; luego se detuvieron a contemplar el paisaje en un lugar en el que se registraban muchos asaltos a propios y extraños —aún así no les ocurrió nada—; y por último en otro trayecto del camino, otro vehículo en el que se movían tuvo un percance que los retrasó en su llegada. Hubo siempre fortuna, siempre salieron con bien, sin notarlo Sanuaj y sus compañeros, eran guíados de una sola pieza al encuentro con su destino. Éste es solo el comienzo de la historia, lo que se avecinaba era por demás inesperado...

Continuará...

Parte II

Parte III

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Había una vez

Había una vez alguien.

Había una vez algo.

En una ocasión alguien uso a algo.

Luego dejo a algo quieto y se fue.


Fin












Gracias a Camila.

Hasta la próxima.